Era un carro, el ruido de los radios era infernal y a menudo tropezaba con algún pedrusco de la carretera principal. Escoltando al carro iban unos hombres de aspecto delgado y famélico cubiertos de túnicas negras, eran túnicas viejas y raídas, sin apenas ningún adorno, solo había una luna menguante bordada en la capucha. Al asomar la cabeza sobre la pila de cuerpos el nauseabundo olor entró en mi nariz y comencé a sentir nauseas de aquel carro y de los cuerpos que me rodeaban, quería salir de allí pero a la vez sabía que si salía no tardaría en volver al carro como los demás viajeros, por lo que tuve que aguantar, cosa que no duró mucho pues de pronto una arcada me hizo vomitar, haciendo un sonido medio ahogado por mi propia bilis que llamó la atención de uno de los escoltas.
-¡Parad el carro!- gritó levantando su huesuda mano -Parece que tenemos algún que otro ratón comiéndose nuestra cosecha...- Su voz era la voz más oscura que jamás había oído, como si saliera del averno, impropia de tan escuálido cuerpo. El hombre se acercó hacia donde yo estaba, casi podía oler su aliento y llegué a apreciar su rostro bajo la capucha, no tenía ojos, sus párpados estaban cosidos y parecía servirse de su olfato, ante tan horrible ser no pude más que desear que el hediondo olor ocultase mi presencia. Cuando parecía que había pasado el peligro el hombre exclamó sacando una daga oxidada: -¡Sal de una maldita vez o te sacaré los ojos antes de hora!-; Entonces quedé paralizado de miedo y, de improviso, hubo una explosión en la parte delantera del carro y vi caer uno de los escoltas chamuscados por esta. Mi rastreador en seguida se puso en guardia y comenzó a olisquear nerviosamente alrededor del carro y cuando se acercó a examinar a su compañero caído, una bola de fuego los hizo saltar por los aires a los dos. "Que nuevo terror me acecha", pensé y oí una voz alegre que se acercaba al carro.
-"Vaaaya... parece que les di una buena a esos... veamos que llevaban esos andrajosos." Parecía la voz de un hombre joven, aunque no alcanzaba a verlo bien, entonces se asomó a la parte trasera del carro y exclamó "¡Por todos los Trolls! Un carro de cadáveres, menudo asco, pensé que podría encontrar algo a lo que hincarle el diente..." Entonces subió al carro y comenzó a rastrear los bolsillos de la gente que yacía en el, poco a poco fue retirando los cadáveres y entonces dio conmigo:
-"¿Quién diantre eres tu? Y lo más importante...¿¿Qué demonios hacías ahí escondido??¿A eso llamáis ahora viajar los jóvenes? Espero que no te hayan cobrado mucho..."
-"N..no", respondí sin saber que decir ni que hacer.
-"Ya veo que los gusanos te comieron la lengua, ¡Una lástima!", entonces señaló a los cadáveres de los escoltas "'¿Ves esos de ahí? Son discípulos del Gran Nigromante y no creo que te llevasen gratis a ningún sitio por casualidad..."
-"M...me..me desperté ya en el carro... no se como llegué aquí" le contesté.
-"¡¿En serio?! Quién lo iba a decir, ¡Un polizón! - rió - creo que has tenido mucha suerte de que te encontrase, de lo contrario te habrían convertido en un muerto viviente y serías algo mucho más feo que ellos, créeme."
No logré añadir nada a sus palabras...tenía un nudo en la garganta al saber de lo que me había librado. Entonces el siguió la conversación:
-"Bueno, aquí no hay nada para comer... en fin, hasta otra muchacho, y ten cuidado de con quién te subes a un carro" dijo socarronamente y siguió su camino. Yo dudé por un momento pero, tras unas preguntas en mi cabeza no vi otra opción y salí del carro.
-"¡Gracias, señor!" grité al hombre joven.
-"No me las des muchacho, cualquiera lo hubiera hecho..." dijo, pero al segundo añadió: "Bueno no, cualquiera otra persona podría haberte llevado como esclavo y venderte por un buen precio o quizás podrían haberte matado, quién sabe, quizás ni siquiera yo podría haberte salvado si una de mis bolas de fuego se hubiese desviado, creo que tienes suerte chico, jajaja" El tono sarcástico de esta ultima frase no hizo que me sintiese mucho mejor, aun así algo me decía que ese tipo no era mala gente. Así que decidí seguirlo a lo que él se opuso "¡No!¡No! ¡No me siguas! ¿No ves que ni siquiera yo tengo para comer?¿Cómo iba a cuidar de ti? Creo que sería mejor que siguieses el camino hasta la ciudad y así quizás encuentres a algún familiar" Él se giró y siguió su camino, yo me quedé quieto, pues no sabía donde estaba y menos aún sabía a donde ir. El hombre desapareció por entre los árboles del recodo del camino, pero yo aun seguía ahí. Entonces volvió sobre sus pasos mascullando algo entre dientes y al llegar a donde estaba yo me dijo "Maldita sea, supongo que me debes una, ¿No? Como en los libros esos de caballerías...Ya sabes, Yo te salvo la vida y tal... ¿No?" a lo que yo no sabía que responder. Tras un silencio un tanto incomodo dictó sentencia: "Vamos, ven conmigo, te acompañaré a la ciudad más cercana y quizás encontremos alguien que te conozca." Yo asentí y seguí a aquel hombre
miércoles, junio 28, 2006
Crónicas de las tierras pardas
Llovía, el suelo estaba enfangado, y un repugnante olor a carne quemada se extendía en el ambiente. Mis ojos lloraban a causa del humo de los incendios provocados por la magia y las lágrimas, confundidas con la lluvia, me impedían ver a mi alrededor, todo era como una pesadilla de la que no podía despertar. De repente apareció una silueta entre el humo y me resultó la figura más horrible que había visto en toda mi corta vida. Fue entonces cuando miré al suelo intentando olvidar aquella visión y descubrí lo que estaba pasando, todo el pueblo yacía junto a mi y su sangre se confundía con la lluvia y el fango de la plaza. Entonces me desmayé y no recuerdo nada más de esos momentos. Cuando desperté noté el peso de otros cuerpos sobre mí, estos estaban fríos y su color era mas bien pálido, había cuerpos en descomposición, lo que hizo que me comenzara a preocupar sobre donde estaba o hacia donde iba, luchando contra aquellas personas desconocidas para mí (no había nadie de mi pueblo y ningún rasgo me era familiar...) conseguí asomar la cabeza sobre el grupo inerte.
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